Álvaro Gómez, el coordinador de Obras, pasa por nuestro despacho y dialogamos y programamos la gira que haremos por el interior en buena parte de esta Semana Santa o de Turismo que se inicia. Vamos a inaugurar obras en varios puntos del interior lo que siempre es lindo, nos reconforta y nos hace entender que todo el esfuerzo que día a día hacemos en la intendencia puede y debe repercutir en avances para la gente. Eso es así, está bien y con gusto lo hacemos.
Pero hay otra parte que mucho nos interesa y es el diálogo con la gente del interior. Allí hay tiempo, allí se comparte un mate y se habla de los hijos, de las expectativas, de lo que generó la seca y de cómo será el invierno. Y en ese espacio-tiempo tan distinto a la vorágine de la ciudad pasamos muy bien. Casi perfecto diríamos por el entramado social que genera la gente de campo y que nos plantea cada vez que vamos. Hay familias a las que hace años visitamos. Muchas de las cuales sabemos son de partidos que no comulgan con el nuestro. Los saben y los sabemos pero el diálogo es mucho más amplio y con respeto absoluto.
De nuestra parte también hay una íntima satisfacción al presentar obras y al recibir reclamos sabiendo que una parte del camino está hecho. No vamos sobre cero y eso también nos genera credibilidad en el accionar. También nos muestra una especie de mapa productivo que marca por dónde sale la producción, por dónde van los técnicos, por dónde se desplazan los trabajadores para generar la riqueza que todo el país necesita y disfruta y que nos posiciona para seguir siendo una nación pujante.
Sobre el final contamos algo muy nuestro. Se trata de todo lo que hace a la vuelta a aquellos lugares de todo el interior del departamento que tanto hemos visitado. Lo hicimos en tiempos de actividad social, luego ya embarcados en la política en todos los cargos que hemos tenido. Lo hicimos año por año, vimos parejas sin hijos, que luego tuvieron su prole, crecieron y se fueron a armar su propio nido, y así con tantos. Abuelos que dejaron su sello, padres que marcaron un estilo de vida. El tiempo ha pasado, y se nota. Pero ellos están ahí y nosotros vamos con enorme placer a verlos y charlar, sin tiempo, con cada uno.